Cuidado con los bulos sanitarios en Internet
Internet en general y las redes sociales en particular suponen un arma de doble filo a la hora de difundir información, ya que los bulos encuentran en estas plataformas el escenario perfecto para incrementar su alcance. Ni que decir tiene que este hecho favorece la amenaza de la desinformación sobre salud y su consecuente peligro para la salud pública de toda una sociedad.
Es responsabilidad de todos los actores implicados en el sistema sanitario de un país luchar contra este daño. En España recientemente nació el Observatorio de los Bulos de Salud en Internet con el objetivo de conseguir la unión de todos los agentes implicados (desde profesionales sanitarios a pacientes) para detectar con rapidez los bulos y desmontar las informaciones falsas que circulan por las redes sociales.
Las autoridades sanitarias no suelen tomar carta en asuntos como este en torno a los que se crea una falsa realidad que amenaza la salud. La revista científica Plos One publicó en 2015 una investigación en la que se concluye que “mientras más usuarios estén expuestos a rumores sin fundamento, más probable es que salten la barrera de la credulidad” y que “las correcciones con frecuencia no reducen las percepciones erróneas y, en muchos casos, incluso las fortalecen, actuando como un efecto de contrafuego”.
En particular se ha demostrado que las campañas de desacralización en línea crean un efecto de refuerzo en los consumidores habituales de historias de conspiración. Las narrativas basadas en teorías de conspiración juegan un papel social en la simplificación de la causalidad porque tienden a reducir la complejidad de la realidad y al mismo tiempo pueden contener la incertidumbre que generan. En general, el pensamiento de conspiración crea un clima de desconexión de la sociedad en general y de las prácticas oficialmente recomendadas.
Así denunciaba por ejemplo Cruz Roja un bulo sanitario que circula por Internet desde hace años. Se basa en la supuesta alerta de frutas contaminadas con el virus del VIH. Algo tan absurdo y delirante que sorprende cuando en redes sociales se observan opiniones que dan credibilidad a este tipo de bulos.
Infoxicación
La infoxicación es el exceso de información en la red, en este caso sobre salud, y gran parte de la misma es errónea. Es la conclusión a la que se llegó hace algunos años durante el I Congreso Nacional de eSalud en el que participaron profesionales sanitarios, periodistas y pacientes. Todo ello se materializó en el informe eHealth Focus On (EHON).
Una de las conclusiones en la que coinciden todos los expertos es que la información online de salud debe ser objetiva, veraz, contrastada, divulgativa e incluir fuentes oficiales, declaraciones de profesionales sanitarios y el testimonio de pacientes. También consideran que los profesionales sanitarios deberían poder prescribir webs a sus pacientes, así como otros sitios fiables de información online basada en el rigor y la en la evidencia científica.
Desde la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) aseguran que hasta el 60% de los internautas buscan en la Red información sobre salud y uno de cada tres bulos está relacionado con contenidos sanitarios.
Tal y como explican a través de la iniciativa Salud Sin bulos, la capacidad de la red para propagar una noticia ha sido aprovechada por los fabricantes de estas mentiras para propagar rumores de salud que pueden tener importantes consecuencias en los usuarios. Algunos de estos rumores responden a personas que buscan protagonismo a toda costa, otros a quienes pretenden obtener beneficios económicos al fomentar el miedo o al dañar la reputación de sus competidores o que se basan en el spam; y no faltan los conspiranoicos, grupos a menudo ligados a pseudociencias y a despachos de abogados, que sostienen que la industria farmacéutica y los gobiernos conspiran para enriquecerse con enfermedades inventadas y virus escondidos en medicamentos y vacunas.