Falsificación de terapias biológicas
SEGURIDAD
La falsificación de medicamentos es un problema de salud pública que pone en riesgo la eficacia y seguridad de los tratamientos farmacológicos pero, además, genera desconfianza en los sistemas de salud y en los profesionales sanitarios, y perjudica a los objetivos, a la imagen y a los intereses de la industria farmacéutica. La falsificación se asocia con deficiencias en la calidad de los medicamentos que pueden ser atribuidas a los principios activos y excipientes, al diseño de la formulación, al proceso de fabricación o incluso al material de acondicionamiento o a las condiciones de conservación.
Esta actividad delictiva ha sido calificada recientemente como una “epidemia global” ya que se han identificado falsificaciones en 124 de los 193 países reconocidos por la ONU. Por tanto, este problema no afecta únicamente a los países en desarrollo, sino que también se va introduciendo progresivamente en los países más desarrollados.
La falsificación afecta tanto a los medicamentos de marca como a los genéricos, aunque se crea que estos últimos, debido a su menor precio, tienen escaso interés para las organizaciones delictivas. También se falsifican medicamentos veterinarios, medicamentos publicitarios, plantas medicinales y diversos productos sanitarios.
La falsificación también afecta a las terapias biológicas, incluyendo medicamentos innovadores y biosimilares. Para las organizaciones delictivas estos medicamentos despiertan su interés por su precio elevado y por estar indicados frecuentemente en el tratamiento de patologías graves como cáncer, artritis reumatoide, etc. El Sistema de Incidencias de Falsificación (CIS, por sus siglas en inglés) del Instituto de Seguridad Farmacéutica ha comunicado recientemente que las falsificaciones más frecuentes afectan a vacunas, anticuerpos monoclonales, eritropoyetina, hormona de crecimiento, filgrastim, insulina y toxina botulínica. Las falsificaciones han sido localizadas en EE.UU., Brasil, Colombia, India, México, Rusia y Ucrania, y en algunos países europeos.
“Es necesario un estricto control en la distribución de medicamentos para reducir el riesgo que supone la falsificación para los pacientes”
Alertas de la FDA y la EMA
Entre 1998 y 2010, el Sistema de Comunicación de Acontecimientos Adversos de la FDA (AERS, por sus siglas en inglés) informó sobre la distribución de falsificaciones de Epogen® y Procrit® (eritropoyetinas). En Florida (EE.UU.), se detectaron los primeros viales que indicaban un contenido de 40.000 U/mL pero cuyo contenido real era de 2.000 U/mL. Aunque las autoridades federales llegaron a confiscar 13.000 viales, más de 100.000 no pudieron ser recuperados y, previsiblemente, fueron administrados a los pacientes. La evolución de la hemoglobina fue estudiada en algunos de los pacientes tratados con eritropoyetina falsificada comprobándose la escasa respuesta debido a la baja dosis administrada. Los laboratorios fabricantes de Epogen® y Procrit®, Amgen y Johnson&Johnson, respectivamente, comunicaron a los profesionales sanitarios el riesgo de utilizar las presentaciones de 40.000 U/mL sin asegurar la autenticidad. En 2008, el principal responsable de la falsificación fue condenado a 12 años de prisión por delitos contra la salud pública.
En abril de 2014, la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) alertó sobre la falsificación de Herceptin® (trastuzumab), un anticuerpo monoclonal indicado en el tratamiento del cáncer de mama. El producto original procedía de robos en hospitales italianos y había sido manipulado antes de su introducción en el Reino Unido, Alemania y Finlandia. Según los laboratorios Roche, algunos viales carecían de principio activo y todos habían sido reetiquetados.
La falsificación de Avastin® (bevazizumab), un anticuerpo monoclonal indicado en el tratamiento del cáncer, comunicado por la FDA en 2012 y 2013, puso de manifiesto la vulnerabilidad del sistema de suministro de medicamentos. El medicamento falsificado era producido en Egipto y, a través de Siria, llegaba a un distribuidor no autorizado en el Reino Unido que lo remitía a Canadá desde donde se introducía en EE.UU.
En 2001, laboratorios Serono y la FDA comunicaron la existencia en EE.UU. de una falsificación de Serostim® (hormona de crecimiento recombinante) marcada con el lote MNK612A que contenía gonadotropina coriónica como principio activo. Desde 2001 Amgen ha comunicado la circulación en EE.UU. de Neupogen® 300 µg (filgrastim) falsificado. El laboratorio ha comunicado a los profesionales sanitarios los riesgos que pueden suponer para los pacientes recibir este medicamento.
En 2009, el servicio de inspección sanitario de Holanda comunicó la localización de plumas de insulina falsificadas procedentes de Irán. La misma falsificación fue detectada en Polonia y Reino Unido con más de 2 millones de envases. Novo Nordisk ha dado toda la información necesaria en su web. En 2013, laboratorios Roche denunció la existencia de varios lotes de Pegasys® (peginterferón a–2a) falsificado que habían sido localizados en Alemania y Rumania. El laboratorio detectó alteraciones en el acondicionamiento, incluyendo la sustitución de la jeringa original.
Biosimilares
En cuanto a los biosimilares falsificados, hay evidencia de su distribución en Latinoamérica y Asia, aunque también se han localizado en Europa, como ha ocurrido con la hormona de crecimiento.
Debido a la complejidad estructural de las proteínas terapéuticas algunas copias de medicamentos innovadores, que no pueden considerarse como biosimilares, no responden a las exigencias de calidad requeridas por la EMA. Así, en el caso de la eritropoyetina se han detectado copias con desviaciones importantes de las especificaciones, incluyendo variaciones en la bioactividad, entre el 71% y el 220%, de las referencias (Eprex®/Erypo®) o cambios significativos en el patrón de isomorfos. Asimismo, se han detectado niveles inaceptables de toxinas bacterianas con el correspondiente riesgo de inmunogenicidad. Estas copias de eritropoyetina procedían de Argentina, Corea, China, etc.
En España, Holanda y Reino Unido se han detectado envases falsificados de Omnitrope® Sandoz. Este biosimilar de hormona de crecimiento se ha detectado en centros de culturismo y musculación. La gravedad de esta falsificación es que algunas copias contienen como principio activo insulina que ha sido responsable de comas hipoglucémicos. En la India, los laboratorios Dr. Reddy comercializaron un denominado biosimilar de MabThera® (rituximab), aunque no ha sido autorizado por la EMA. Este medicamento ha sido distribuido en Asia, Latinoamérica y Oriente Medio.
Medicina estética
La falsificación de toxina botulínica ha adquirido en los últimos años una importancia creciente debido a la expansión de su utilización, especialmente en el campo de la medicina estética. Con frecuencia, presentan deficiencias de calidad farmacéutica, como variaciones en el contenido de toxina, presencia de contaminantes o ausencia de esterilidad. En algunos casos se detectaron viales con la indicación «For research Purposes Only. Not for Human Use». En el año 2008, se comunicó a la FDA la detección de 180 reacciones adversas asociada con la toxina botulínica entre las que se incluían 16 reacciones mortales.
En 2013 y 2015 la FDA ha comunicado la existencia en EE.UU. de Botox® falsificado que puede ser detectado por algunas deficiencias en el material de acondicionamiento como ausencia de número de lote o en la denominación que utiliza “Botulinum Toxin Type A” en vez de “Onabotulinumtoxin A”, que es el nombre oficial en la actualidad.
“En los países desarrollados, Internet es la principal vía de acceso a los medicamentos falsificados”
En los países desarrollados, Internet es la principal vía de acceso a los medicamentos falsificados. En algunos casos se localizan estos medicamentos en gimnasios, centros de culturismo, centros de belleza, clínicas de estética, etc. Afortunadamente, en la actualidad no resulta sencillo introducir medicamentos falsificados en la cadena de suministros del sistema sanitario español. Sin embargo, es necesario un estricto control en la distribución de medicamentos para reducir el riesgo que esto supone para los pacientes. La farmacia comunitaria y la farmacia hospitalaria deben ser conscientes de este riesgo y extremar la vigilancia sobre la función de custodia de medicamentos que les reconoce la legislación española.