Hablemos de medicamentos genéricos: los excipientes
Los medicamentos genéricos, al igual que los de marca, se componen de dos sustancias: principios activos y excipientes. El principio activo, como ya explicamos en un post anterior, es el responsable del efecto farmacológico, es decir, la sustancia que cura. Entonces, ¿qué son y qué labor tienen los excipientes?
¿Qué son los excipientes y para qué se usan?
Los excipientes son las sustancias auxiliares, distintas al principio activo y que no pertenecen al envasado, que se incorporan al medicamento para facilitar su preparación, conservación o administración.
Además, también se usan para obtener la forma farmacéutica deseada (cápsulas, comprimidos, soluciones, pomadas…). Su principal característica es que son sustancias inertes y, por tanto, no ejercen ningún tipo de acción o efecto sobre la dolencia que se quiere tratar.
Los excipientes tienen diferentes propiedades, tales como la de proporcionar al medicamento una identificación (dándole un color determinado, por ejemplo); hacer de vehículo del principio activo al lugar apropiado para su asimilación; proteger al medicamento de la luz, la temperatura y los fenómenos oxidativos; mejorar el proceso de fabricación del medicamento y facilitar su desintegración y solubilidad para que alcance rápidamente el torrente circulatorio; o mejorar el sabor y el olor para facilitar su ingesta.
¿Pueden provocar los excipientes alguna complicación?
Es importante destacar que todos los medicamentos, sean genéricos o de marca, contienen excipientes en su formulación y que estos pueden ser distintos en cada tipo de fármaco. No obstante, ambos (genéricos y de marca) deben cumplir los mismos requisitos en cuanto a su uso.
Para asegurar su correcto uso y garantizar su pureza y calidad, los excipientes se ensayan respecto a unos estándares de la Farmacopea Europea. Su calidad es evaluada por las autoridades reguladoras nacionales y europeas y, por eso, el único inconveniente que, excepcionalmente en algunas ocasiones, pueden provocar es ser fuente de alergias o intolerancias.
Ante esto, la Agencia Europea del Medicamento ha establecido un listado de excipientes de declaración obligatoria (la lactosa, la glucosa, la sacarosa, el almidón de maíz o el de patata…). Es decir, los fabricantes están obligados a declarar en el etiquetado del medicamento la presencia de estos excipientes en la composición del medicamento junto con la advertencia correspondiente.