La corrida del 1 de mayo
La corrida del 1 de mayo, de Jean Cocteau
Editorial Demipage, 140 páginas
Juan Cocteau fue el mejor ejemplo de escritor francés inconformista, casi anarquista, esteta y brillante, aunque no se atuviera a esquemas ni condicionantes. De esa iconoclastia nacen sus viajes a España en los años cincuenta, cuando todos sus colegas europeos ponían a Franco como ejemplo casi satánico; la demostración de amistad con toreros e intelectuales como Luis Miguel Dominguín y Luis Escobar, no precisamente antifranquistas, y su culto al toreo, esa fiesta tan identificada, a favor y en contra, como una de las características de la España racial.
Cocteau viene a España, escribe de toros, en especial de la corrida del 1 de mayo de 1954 en que Dámaso Gómez le brinda el toro y para él se produce la revelación de la fiesta, el baile mortal toro-torero que lo deslumbra. De ahí nace el título de esta obra que contiene mucho más que consideraciones sobre los toros. Incorpora comentarios, estampas sobre la España tradicional de entonces, brillantes y exentos de consideraciones con prejuicios ideológicos, algo tan poco francés, al menos con respecto a España. Destacan las páginas tituladas Homenaje a Manolete, un poema con un texto sobre Linares que estremecen.
La corrida del 1 de mayo es, por otra parte, un dechado de cultura, de citas, de recuerdo a grandes personajes que han forjado el alma europea, pasados por el tamiz de España. “Sería completamente ridículo considerar a España como un lugar poético y pintoresco. No es ni lo uno ni lo otro. Es mucho más. Es un poeta”, dice, en una especie de manifiesto vital. Este libro es un ejercicio de honestidad literaria en un escritor al que la honestidad no le sobraba y es una joya del lenguaje, tanto en la traducción al español de David Villanueva Sanz. Nunca Cocteau fue más escritor libre que en este texto.