Un sueño torcido en el cielo de Malmö
LA VISITA
Imaginen una escultura clásica del torso de un hombre. Para que sea más fácil, tomen como referencia el grupo Laocoonte y sus hijos en donde la figura central de un adulto de gran envergadura, musculado y en máxima tensión, adopta un escorzo marcado por la lucha. No es para menos. La escena representa el momento exacto en que él, Laocoonte, y sus vástagos son estrangulados por las serpientes marinas. Es precisamente esa tensión, esa fuerza de la torsión de un torso humano definido la que inspiró el que es, a día de hoy, el rascacielos más alto de Suecia.
En este caso, no fue una obra clásica la que inspiró el Turning Torso, sino un estudio de Santiago Calatrava sobre la anatomía masculina (Twisting Torso). Una escultura formada por una serie de cubos que ascendían girando sobre su eje 90 grados, como si de una columna vertebral se tratara. John Örback, director gerente de la cooperativa de viviendas HSB, creyó que detrás de esa maqueta podría materializarse el símbolo del sistema sueco del Estado del Bienestar en forma de viviendas a precios asequibles para las clases medias, y convenció al arquitecto valenciano de que aceptara el encargo y levantase el que fuera su primer rascacielos.
La ciudad elegida por Örback fue Malmö, tercera población más habitada de Suecia, donde algo empezó a cambiar cuan- do en el año 2000 se inauguró el puente Odesund, que la comunicaba a escasos 20 minutos de tren con Copenhague (Dinamarca). El barrio Västra Hamnen también estaba mudando su aspecto de zona industrial para pasar a ser la nueva zona residencial, con el medio ambiente y las energías sostenibles como seña de identidad, al hacer que allí, donde se elevaban las chimeneas de las fábricas, ahora se elevasen los 190,4 metros de altura (54 pisos) de la torre, en un despliegue de materiales sostenibles.
Sin embargo, la visión de Örback no tuvo el final feliz que imaginó. Tuvo que soportar las críticas de los ciudadanos que no llegaron a entender cómo una cooperativa apoyaba un proyecto que, a cada día que pasaba, se alejaba de la visión socialdemócrata inicial. La construcción se fue retrasando (en parte por dificultades aparecidas en la cimentación de la torre) y los costes elevándose (más de 85 millones de euros), lo que acarreó un cambio del promotor y la mutación definitiva de las viviendas, que pasaron a ser de lujo.
Polémicas aparte, el edificio ha sido reconocido en numerosas ocasiones y hoy, diez años después de su inauguración, ha conseguido hacerse un hueco en la identidad de Malmö. No sólo eso, se ha convertido en un emblema de la transfor- mación a orillas del mar Báltico.