VAM: medicamentos con valor añadido
Los medicamentos con valor añadido (VAM, en sus siglas en inglés) no son algo nuevo. Todos hemos visto mejoras en medicamentos que conocíamos y quizá no les hemos prestado la atención que se merecen.
Personalmente, he visto como mis inhaladores para el asma han ido evolucionando para simplificar su forma de uso y, además, ahora puedo tomar una única dosis al día, frente a las cuatro de hace unos años. Este es mi caso, pero en casi todas las patologías crónicas que requieren tratamiento continuado, los pacientes han visto estas mejoras en sus medicamentos sin preguntarse qué hay detrás. Lo que hay son estos, los conocidos como medicamentos con valor añadido, fármacos que parten de una molécula conocida y con el tiempo introducen mejoras. Ya sea desde el punto de vista de la tolerabilidad, la adherencia al tratamiento o la eficacia.
Otros ejemplos, los vemos en algunos medicamentos inyectables que antes requerían que el paciente fuese al hospital para su administración o se lo pusiese un familiar y que, ahora, cuentan con sistemas de auto inyección, reduciendo la dependencia y facilitando su administración. No son los únicos. Los ejemplos anteriores se basan en la actualización de los dispositivos, pero las mejoras pueden ir mucho más allá.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los casos de hipertensión en el mundo superan ya los mil millones de pacientes y, en la actualidad, en nuestro país, la mayoría de estos pacientes toman un medicamento combinado que incluye, al menos, dos principios activos. Todos estos pacientes que tienen que tomar dos o tres pastillas, pueden hacerlo ahora en una única toma.
También hay casos en los que, tras la práctica clínica, se ven nuevas indicaciones terapéuticas, dándole una nueva utilidad a un medicamento ya conocido.
¿Cómo surgen estas mejoras?
Una vez que los medicamentos están en el mercado, se realizan estudios poscomercialización. Y, es en estos y en las conversaciones con los profesionales de la salud y los pacientes cuando surgen las oportunidades de mejora. Los laboratorios tienen grandes departamentos de farmacovigilancia que no solo recogen información de efectos adversos, sino cualquier información sobre el medicamento a lo largo de toda su vida.
Así, los laboratorios pueden recibir información del mercado de distinta índole: bien que su medicamento se está utilizando fuera de indicación (uso compasivo) o que los pacientes tienen dificultades para utilizar el dispositivo o que se necesita una acción más rápida del medicamento (por ejemplo, antihistamínicos; muchos han pasado de formas orales clásicas como comprimidos a bucodispersables para su rápida absorción y acción).
Una vez identificadas las oportunidades de mejora, es necesario que los laboratorios inviertan en ellas. Ya sea en el desarrollo de un nuevo dispositivo, en una reformulación, para adaptar la forma de administración o en cómo “juntar” dos principios activos en un único comprimido. Este tipo de innovaciones son comunes en muchos laboratorios de medicamentos genéricos, ya que no suelen ir ligadas al desarrollo de ensayos clínicos, sino a inversiones en fabricación, estudios de bioequivalencia, etc., a los que están acostumbrados y parten siempre de un medicamento conocido.
¿Y si todo son ventajas, por qué no hemos oído hablar nunca de ellos?
Actualmente, los laboratorios están teniendo dificultades para introducir estas mejoras en el mercado porque no siempre se les reconoce esta innovación. Al ser productos “antiguos” es difícil que las administraciones otorguen un precio diferenciado que permita esta inversión. Desde la patronal europea Medicines for Europe hace ya años que se trabaja en el concepto de medicamentos con valor añadido y, recientemente, se ha celebrado la primera ‘VAM week’ para dar visibilidad a estos fármacos.
El objetivo es que se reconozcan estas mejoras por parte de las autoridades sanitarias y de las administraciones públicas que fijan el precio y reembolso, ya que los beneficios que tienen para el paciente son enormes y este reconocimiento es necesario para que desde la industria sigamos buscando formas de mejorar los tratamientos existentes.
María Álvarez Fernández
Coordinadora de Regulatory Affairs
Asociación Española de Medicamentos Genéricos (AESEG)